
El futuro de la exploración espacial tiene rostro de mujer. La NASA ha anunciado su clase número 24 de astronautas, la generación que está destinada a devolver a los humanos a la Luna y, eventualmente, a pisar Marte. Por primera vez en la historia del cuerpo de astronautas, la promoción está dominada por mujeres, con seis candidatas frente a cuatro hombres, un cambio significativo que prepara el terreno para que la primera mujer pise la Luna.

De una rigurosa selección de más de 8.000 aspirantes, estos diez elegidos —los “ASCAN”— encarnan el compromiso estadounidense de llevar a cabo misiones audaces bajo el programa Artemis. Su entrenamiento de dos años en el Centro Espacial Johnson es un crisol de habilidades: aprenderán todo, desde medicina espacial y geología lunar (vital con la inclusión de una geóloga como Lauren Edgar) hasta supervivencia y operaciones complejas como las caminatas espaciales simuladas.
Entre los perfiles más notables se encuentra Anna Menon, una ingeniera de SpaceX que ya tiene en su haber experiencia orbital y que participó en una caminata espacial privada. Su incorporación, junto a la de su esposo también astronauta, añade un elemento único a esta histórica clase, que se consolida como la cuarta pareja casada en el cuerpo de astronautas.

Esta nueva cohorte no solo destaca por su diversidad de género; su formación incluye siete militares, diez con experiencia en ciencia o ingeniería, y profesionales clave para la misión a la Luna, como geólogos y expertos en operaciones.
El mensaje es claro: la NASA no solo busca llegar lejos, sino hacerlo de una manera inclusiva. “Los diez hombres y mujeres que ven aquí encarnan la verdad de que en Estados Unidos, independientemente de dónde comience, no hay límite para lo que un soñador decidido puede lograr, incluso ir al espacio”, declaró el administrador interino Sean Duffy. Esta generación es la llave que abre la próxima gran era de la humanidad más allá de la Tierra.