Aunque suene a ciencia ficción, hay empresas que están trabajando seriamente para llevar centros de datos más allá de nuestro planeta. Stephen Eisele, presidente de Lonestar Data Holdings, está convencido de que muy pronto veremos servidores funcionando en órbita… ¡y hasta en la Luna!

Los centros de datos requieren grandes cantidades de consumo electricidad.
“Creemos que instalar centros de datos en el espacio ofrece un nivel de seguridad único”, asegura Eisele. De hecho, su empresa ya dio un primer paso: en marzo, probaron con éxito un pequeño centro de datos (del tamaño de un libro) que llegó a la superficie lunar dentro del módulo de aterrizaje Athena, de la empresa Intuitive Machines, lanzado por un cohete de SpaceX.
¿Por qué llevar centros de datos fuera de la Tierra?
Los centros de datos son enormes instalaciones llenas de computadoras que almacenan y procesan información de todo tipo: desde redes sociales hasta datos gubernamentales. Y la demanda no para de crecer, en gran parte por el auge de la inteligencia artificial (IA), que requiere cada vez más capacidad de procesamiento.

Según la consultora McKinsey, se estima que la demanda de centros de datos crecerá entre un 19% y un 22% por año hasta 2030. Pero hay un problema: cada vez cuesta más encontrar lugares adecuados para construirlos en la Tierra. Estas instalaciones son grandes, consumen mucha energía y agua, y no siempre son bien recibidas por las comunidades locales.
Ahí es donde entra en juego la idea de colocarlos en el espacio. Al estar fuera del planeta, no generan impacto ambiental ni tienen vecinos que se opongan. Además, podrían alimentarse con energía solar ilimitada y trabajar directamente con otras naves o instalaciones espaciales, acelerando la transferencia de datos entre dispositivos en el espacio.
Europa también está en carrera
El interés por esta idea no es solo estadounidense. El verano pasado, la Comisión Europea financió un estudio de viabilidad llamado Ascend, liderado por la empresa Thales Alenia Space. El informe concluyó que una red de centros de datos en órbita podría transformar la infraestructura digital europea y, además, ser más ecológica.
La propuesta incluye una constelación de 13 satélites con una capacidad total de procesamiento de 10 megavatios, equivalente a un centro de datos terrestre mediano con unos 5.000 servidores. Los satélites serían ensamblados directamente en el espacio, usando tecnologías que ya están disponibles o en desarrollo.
Eso sí, para que el impacto ambiental sea realmente menor, los cohetes que lancen estos centros de datos deberán ser hasta diez veces más eficientes en cuanto a emisiones. Si se logra ese objetivo, podríamos ver esta tecnología operando comercialmente hacia 2037.

No todo es tan simple
A pesar del entusiasmo, todavía hay muchos desafíos técnicos por superar. Según el Dr. Domenico Vicinanza, especialista en ciencia de datos de la Universidad Anglia Ruskin (Reino Unido), enviar equipos al espacio sigue siendo extremadamente caro. Además del hardware, hay que asegurar sistemas de energía, protección y refrigeración, todo lo cual aumenta el peso y la complejidad.
Aunque parezca irónico, enfriar los equipos en el espacio es un problema serio: el vacío y la falta de gravedad complican el uso de sistemas de refrigeración tradicionales. También hay que tener en cuenta los peligros del clima espacial, los residuos que orbitan la Tierra y las dificultades para reparar cualquier falla técnica una vez que el centro está en funcionamiento.
¿Y ahora qué sigue?
A pesar de estos obstáculos, empresas como Lonestar siguen adelante. Según Eisele, la demanda de sus clientes los impulsa a seguir innovando: “No haríamos esto si nadie lo estuviera pidiendo”.
El próximo gran paso es lanzar un pequeño centro de datos que orbite la Luna en 2027. Mientras tanto, otras compañías como Starcloud, con sede en Washington, planean lanzar su propio centro de datos satelital el mes que viene y comenzar a operar comercialmente a mediados de 2026.
Parece que el futuro digital, literalmente, está despegando.

