(Curiosidades) Durante las décadas de 1950 y 1960, la planificación urbana en Buenos Aires alcanzó niveles de ambición inusitados. Entre las propuestas más destacadas, figuraba un proyecto para extender la red de subterráneos hasta el sur del conurbano, más precisamente al partido de Avellaneda, cruzando por debajo del Riachuelo.
El plan, que formaba parte de un esquema general conocido como Plan Cóndor, proponía la construcción de una red subterránea de 180 kilómetros y 13 líneas, más del triple de lo que existe hoy. En ese esquema se contemplaba por primera vez la posibilidad de integrar a la Ciudad de Buenos Aires con el conurbano bonaerense a través del subte.

Una idea adelantada a su tiempo
El Plan Cóndor fue ideado en un contexto de crecimiento urbano acelerado, con una visión estratégica de transporte integral y metropolitano. La expansión hacia Avellaneda se pensaba como una vía para mejorar la conectividad entre ambas márgenes del Riachuelo, al tiempo que se apuntaba a descongestionar los servicios ferroviarios y colectivos.
La línea destinada a cumplir ese objetivo habría sido la línea F, proyectada originalmente para unir Plaza Italia con Constitución, pero que en algunas versiones del plan incluía su prolongación hasta el sur del conurbano.
Estudios, trazas y una obra que quedó en el papel
Pese a su potencial transformador, el proyecto nunca se llevó a cabo. A lo largo de los años, algunas de sus ideas fueron recuperadas en estudios técnicos posteriores, pero ninguna autoridad logró avanzar de manera concreta en una obra de tal magnitud. La extensión del subte hacia Avellaneda quedó como una posibilidad latente, archivada entre planos y proyecciones.
A día de hoy, la línea F sigue sin construirse, y la red de subterráneos continúa limitada dentro del ejido porteño, sin conexión directa con el conurbano bonaerense.
Una oportunidad perdida para la integración metropolitana
La extensión del subte a Avellaneda habría significado un salto cualitativo en la movilidad del Área Metropolitana de Buenos Aires. Hubiera permitido reducir tiempos de viaje, descongestionar otros medios de transporte y acercar a miles de personas al centro de la ciudad de manera más rápida y eficiente.
Más allá de su cancelación, el Plan Cóndor representa un ejemplo de planificación a gran escala, y al mismo tiempo, un recordatorio de cómo la falta de continuidad en las políticas públicas puede truncar proyectos estratégicos para el desarrollo urbano.

Plan Cóndor: el subte que soñó llegar al conurbano, pero nunca salió del proyecto
El plan contemplaba la expansión de las líneas existentes y la creación de nuevas trazas que llegaban a zonas como Lanús, Avellaneda, Puente Alsina y Villa Domínico, con conexiones clave en puntos estratégicos del tejido urbano. En su visión de largo plazo, el subte dejaría de ser un sistema estrictamente porteño para transformarse en una red metropolitana al servicio de millones de personas.
Una visión adelantada a su tiempo
Diseñado entre 1957 y 1964, el Plan Cóndor no solo pensaba en la extensión física del subte, sino también en su integración con otras formas de transporte, promoviendo una conectividad multimodal que incluía trenes, colectivos y nuevas estaciones de transferencia. La intención era clara: descongestionar el tránsito en superficie, optimizar tiempos de viaje y fomentar una urbanización más equilibrada entre la ciudad y su periferia.
Uno de los puntos más destacados del plan era la prolongación de la futura línea F, que inicialmente iba de Plaza Italia a Constitución, y que en su versión más ambiciosa habría cruzado el Riachuelo para conectar con Avellaneda, sumándose así a otras líneas que también salían de los límites porteños.
Un proyecto archivado
Pese a su escala y potencial impacto, el Plan Cóndor nunca se ejecutó. Los motivos fueron múltiples: limitaciones presupuestarias, cambios políticos, falta de continuidad técnica y un contexto económico que no permitió sostener la inversión necesaria. Algunas obras menores llegaron a iniciarse o adaptarse a otros proyectos, pero la red pensada en su totalidad quedó como un ejercicio de planificación frustrado.
Décadas después, muchos de los trazados propuestos siguen apareciendo en estudios de movilidad o planes de expansión, pero hasta hoy, ninguna línea del subte ha cruzado los límites de la Ciudad de Buenos Aires.
Legado y actualidad
Aunque quedó en el plano de las ideas, el Plan Cóndor sigue siendo una referencia obligada en la historia del transporte argentino. Su visión metropolitana y su escala de integración territorial lo posicionan como un antecedente fundamental para pensar en una ciudad más conectada con su entorno.
La posibilidad de que el subte llegue algún día al conurbano aún es materia de análisis, y se discute en el marco de nuevas propuestas de movilidad urbana. Mientras tanto, el Plan Cóndor permanece como un símbolo de lo que pudo ser, y como una deuda pendiente con una región que cada día reclama más integración, planificación y conectividad.

