El fan store oficial abrió en Palermo y desató la “Oasismanía”: largas filas, euforia y un clima de reencuentro histórico.
La fiebre britpop volvió a sentirse en Buenos Aires. Desde temprano, las calles de Palermo se llenaron de fanáticos que aguardaban su turno para entrar al flamante Fan Store oficial de Oasis, que abrió sus puertas el fin de semana pasado en el Alto Palermo. Lo que comenzó como una simple tienda de merchandising se transformó en una auténtica celebración colectiva: cantos, abrazos entre desconocidos y selfies bajo los posters de los Gallagher marcaron el inicio del mes más esperado para los fans argentinos.

El local, que permanecerá abierto hasta el 18 de noviembre (de 10 a 22 h), agotó reservas incluso antes de su inauguración. Las prendas de la colección oficial “Oasis Live ‘25” —remeras, buzos, camperas, accesorios y vinilos— se vendieron en tiempo récord, mientras los fanáticos compartían anécdotas y recuerdos que resumen la devoción de toda una generación.
“Estamos acá por la mejor banda del mundo, que es Oasis. Los vimos en Edimburgo y ahora estamos acá. La noticia de la vuelta nos partió la cabeza”, cuentan Ana y Matías, de 30 y 38 años.
Desde Castelar, Julieta y Cami también llegaron temprano: “Nos enteramos por los chats de fans y sacamos turno rápido. Mi tema preferido es Live Forever, lo tengo tatuado”, dice Cami mostrando su brazo.
Myriam, de 66, no puede contener la emoción: “Mi hija vive en Dublín, los vio allá y ahora viene para ir juntas a River. Ellos me cambiaron la vida”, dice mientras sostiene un piluso negro recién comprado.

Adentro, los estantes repletos de productos —tazas, tote bags, mates, botellas y prendas exclusivas— se vaciaban al ritmo de los cánticos que llegaban desde la vereda. En cuestión de horas, el Fan Store se convirtió en el punto neurálgico de la previa hacia el regreso más esperado: los shows del 15 y 16 de noviembre en el Estadio River Plate, tras dieciséis años de ausencia.
La cuenta regresiva
La “Oasismanía” se encendió el 5 de noviembre de 2024, cuando la banda anunció su regreso con un video dirigido al público argentino:
“¡Gente de la gran nación argentina: Oasis viene a River, estén ahí!”.
Las entradas, que salieron a la venta una semana después, se agotaron en apenas una hora. Desde entonces, la expectativa no paró de crecer. Grupos de WhatsApp, sorteos, playlists colaborativas y viajes organizados desde todo el país anticipan una verdadera peregrinación al Monumental. Incluso se registró un movimiento turístico inusual en Núñez y barrios aledaños, con reservas completas en hostels y Airbnbs.

Un amor de ida y vuelta
“El público argentino está totalmente loco y ama el fútbol tanto como nosotros”, dijo Noel Gallagher en su visita de 2006.
Esa conexión nació en 1998, cuando Oasis debutó en el Luna Park ante siete mil personas y dejó una postal imborrable: los hermanos Gallagher junto a Diego Maradona en el hotel Sheraton, una foto que, según contaron, todavía adorna la chimenea de su madre en Manchester.
El telonero del regreso, Richard Ashcroft (ex The Verve), también adelantó su entusiasmo: “No veo la hora de tocar en el Monumental con la camiseta de Boca y la de Maradona”.
El regreso más esperado
Para los fans argentinos, los conciertos de Oasis en River son mucho más que dos fechas: son una reparación emocional.
En 2009, tras una fuerte pelea en París, Noel anunció su salida definitiva del grupo y la banda se disolvió. Desde entonces, cada regreso de los Gallagher como solistas mantuvo viva la llama del reencuentro. Liam ofreció en 2018 un show memorable en Tortuguitas (“Nunca vi un público con tanta pasión”, declaró), mientras que Noel visitó el país con los High Flying Birds en tres oportunidades.

En su última gira, Noel incluso mencionó a la Argentina antes de cantar Talk Tonight:
“¿Hay alguien aquí que sea de Argentina?”, dijo sonriendo desde el escenario mexicano.
Dieciséis años después, esa historia de amor vuelve a escribirse.
Porque lo de Oasis y la Argentina no es sólo una gira: es un romance eterno entre una banda, su público y una pasión que —como la Oasismanía— nunca se apaga.

